A medida que la tensión va en aumento, el final se va acercando. Las fuerzas de seguridad van tomando posición, el juez federal pareciera haberse despertado de golpe y un grupo de vecinos enfurecidos piden sangre, pero de manera elegante. Mientras tanto nadie aún puede saber a ciencia cierta para dónde va a salir el disparo. En la toma ya están preparados para resistir un eventual desalojo, han encendido fogones a la vera de la ruta y pretenden hacer guardias durante la noche. Este es sin dudas el escenario deseado por quienes desde hace días o semanas viene gestando este golpe de pacotilla. Intentan por todos los medios debilitar a un gobierno que hoy se ve acorralado y sin posibilidades de acciones concretas. Repito, este es sin dudas, el escenario que buscaban.
La salida, fuere cual fuere no dejará conformes a todas las partes. Y Fernández pese a buscar una salida consensuada, sabe que no será de esa manera.
El bajísimo nivel de los políticos locales (salvo honrosas excepciones) ha quedado demostrado una vez más. Funcionarios que no estuvieron a la altura de las circunstancias (ya que estaban fuera del país) y opositores sedientos de venganzas por derrotas electorales amparados por mecenas a la espera de su porción fueron los actores de esta novela. Los usurpadores siguen siendo víctimas, víctimas de haber nacido sin posibilidades , sin futuro, víctimas de las promesas incumplidas, víctimas de la violencia que generan las mentiras, víctimas de la carroña política que los usa en beneficio propio víctimas de la trampa en la que hoy se encuentran, ya que han perdido hasta la posibilidad de integrar un listado por una vivienda social.
La noche cae en San Martín de los Andes, con ella, el frío se adueña de los cuerpos presentes. El fuego se enciende, los uniformados acechan y las gargantas aguantan el grito que no quieren dar, ¡¡¡se vienen los milicos!!!
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