Una oposición berreta y oportunista , un gobierno que parece dormido y una voz en el ojete que te grita DESPERTATEEEEE

lunes, 1 de abril de 2013

Las Malvinas son Argntinas, los desaparecidos también



 

        

                                      Uno de los acontecimientos más significativos del régimen también tuvo como escenario el campo internacional: la guerra de Malvinas. Una interpretación sostiene que la decisión de embarcarse en una guerra respondió a la tentativa de los militares de perpetuarse en el poder, ante un desgaste cada vez más evidente. La política económica comenzaba a mostrar sus efectos negativos impulsando un malestar general que culminaría con una movilización masiva el 30 de marzo de 1982 a Plaza de Mayo convocada por la Confederación
General del Trabajo (CGT). En el plano político, desde 1981, la mayoría de los partidos políticos conformaron una organización Multipartidaria que, en diálogo con la Junta Militar, buscaba la recuperación del estado de derecho.

Pero ¿por qué apelar a la causa de Malvinas para resolver el desgaste? Desde la implementación del golpe, una de las formas de generar consenso y legitimar el terror, fue apelar a un discurso de carácter nacionalista. Del repertorio de símbolos nacionales, la causa Malvinas había sido la que a lo largo del siglo más adhesiones había despertado entre las más diversas posturas políticas. Y, en líneas generales, la población apoyó la recuperación de las islas efectuadas el 2 de abril de 1982: hubo movilizaciones espontáneas y otras organizadas en diferentes lugares del país. Sin embargo, el apoyo a la operación en Malvinas no implicó necesariamente un apoyo a los jefes militares. Para muchos argentinos –incluso para quienes habían– Malvinas significaba un símbolo del despojo imperialista y, por ende, una causa justa.
Sin embargo, a medida que transcurría la guerra y las afirmaciones triunfalistas que transmitían los medios de comunicación se tornaban insostenibles, el clima favorable a la recuperación de las islas devino en incertidumbre. Con la rendición final de las tropas argentinas, en junio de 1982, esa incertidumbre se transformó en indignación y rechazo a la Junta Militar. El régimen, finalmente, inició un proceso de desmoronamiento que finalizó en la apertura democrática de 1983.


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